Cuántas veces repetimos u oímos esta frase: ¡“No tengo tiempo”! Sin embargo, está ahí, incondicional, veinticuatro horas cada día.
El tiempo es como una maleta … Un espacio determinado – que se hace elástico – pudiendo contener más o menos cosas según como se elijan, según como se coloquen. Bien, pues estas líneas están dirigidas a esas personas que meten en la maleta un paquete de voluntariado.
A nadie le sobra tiempo. Trabajo profesional, ocupaciones familiares, estudio, deporte, actividades lúdicas, horas de sueño … Solo el navegar por internet se cobra una buena parte de nuestro tiempo …
La decisión de destinar un tiempo a una actividad solidaria es el comienzo. La duración puede ser mayor o menor, pero debe ir acompañada de un compromiso.
Es importante conocer la misión de la institución en la que canalizar el voluntariado. Es fundamental identificarse con esa misión, de lo contrario no es probable que haya compromiso.
El voluntariado no es el trabajo profesional, pero debe realizarse con profesionalidad, no con visos de amateurismo.
La profesionalidad y misión de Terral llevan a listar valores que una voluntaria debe practicar: programación y evaluación de la actividad que realiza, empatía, afabilidad, paciencia, sencillez, orden, capacidad de escucha, trabajo en equipo …
Por definición, el voluntariado no conlleva una retribución económica, pero sí tiene recompensa. En el voluntariado se da y se recibe. A la voluntaria le dan las gracias y al mismo tiempo se siente agradecida por lo que ha aprendido de las beneficiarias a las que dedica algo de su tiempo.
Una maleta bien hecha.
Text: Rosario Monfort (Voluntaria)